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Las somatizaciones: cuando el cuerpo habla

En la actualidad hay muchas personas que acuden a la consulta de su médico de cabecera manifestando una serie de síntomas que les generan malestar y una gran preocupación por el estado de su salud. En un número muy elevado de casos, después de la entrevista y de las exploraciones que se le realizan al paciente, puede que no se encuentre ninguna alteración determinante que explique su sufrimiento y es entonces cuando suelen ser remitidos al médico especialista correspondiente. Esto significa que han de volver a someterse a nuevas exploraciones, tratamientos y consultas, sin que se encuentre una clara causa orgánica a su malestar.

En la mayoría de estos casos, se termina olvidando completamente el papel de la psicología en la aparición de estos síntomas.

Se entiende como somatización cualquier síntoma corporal que surge o se incrementa en respuesta a factores psicológicos o situacionales.

Las somatizaciones son básicamente frecuentes en pacientes que sufren de depresión y ansiedad, existe una gran relación entre la somatización y el estrés.

La tendencia a somatizar se suele dar en aquellas personas que experimentan dificultades para expresar sus emociones y sentimientos, niños, adultos, ancianos, de todas las edades y sexos; no hay excepciones.

Es importante descartar que se trate de una enfermedad orgánica antes de decantarse por la explicación mediante causas de tipo psicológico, pero no por ello hay restarle importancia a la psicología.

Los síntomas y síndromes que pueden presentarse a las personas que somatizan son muchos, algunos llegan a ser de tal gravedad que pueden desencadenar otros problemas más amplios de salud física, entre ellos algunos de los que se exponen a continuación:

- Gastrointestinales: náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, flatulencia, hinchazón, intolerancias alimentarias.

- Síntomas dolorosos: dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor difuso, dolor articular, dolor al orinar, cefaleas.

- Pseudoneurológicos: dificultad al tragar, amnesia, sordera, pérdida de voz, visión borrosa, desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.

- Cardiopulmonares: palpitaciones, dificultad respiratoria en reposo, dolor torácico, mareo.

- Aparato reproductor: dispareunia, dismenorrea, irregularidad ciclos menstruales, hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos sexuales.

- Síndromes: alergias alimentarias extrañas, síndrome de fatiga crónica, síndrome de articulación temporomandibular, fibromialgia, sensibilidad medicamentosa múltiple.

La psicología puede tener un papel muy importante en el tratamiento de esta clase de trastorno. La meta principal de la terapia es ayudar al paciente a cambiar la percepción que tiene de sus síntomas, en el sentido de aprender a interpretarlos desde una perspectiva psicológica para incidir en las causas y realizar los pertinentes cambios con el fin de eliminar el malestar e incluso salir reforzado de dicha situación.